26Jun

¿Cómo hacer frente a los retos de la agricultura actuales?

La agricultura se enfrenta a grandes desafíos que comprometen el desarrollo óptimo de los cultivos y la seguridad alimentaria.

Las condiciones climáticas cada vez más extremas, el agotamiento de los suelos agrícolas o el continuo crecimiento de la población mundial son solo algunos de los factores que llevan a una reducción de los recursos naturales disponibles y a mermas en la producción.

De ahí surge una realidad: debemos ser más eficientes. Para ello, los cultivos deben ser capaces de aprovechar mejor el agua y los nutrientes y tolerar mejor las situaciones de estreses abióticos como sequías, temperaturas extremas o condiciones de salinidad.

Pero ¿cómo conseguir cultivos que superen todos estos desafíos y que además sean más productivos y rentables? La respuesta se encuentra en la innovación. ¡Sigue leyendo!

 

Las sequías comprometen la producción agraria

Los periodos de sequía, cada vez más frecuentes y graves, ponen en apuros los sistemas agrarios. El acceso al agua es más difícil y tiene más costes, mientras que la falta de lluvias afecta al propio rendimiento por estrés hídrico, que supone pérdidas de productividad de hasta un 15% de media.

Es la agricultura la que asume el 72% del consumo de agua dulce para la producción de alimentos (FAO) y, por tanto, también la que debe aportar soluciones innovadoras que compatibilicen mejores cosechas con menos recursos y más rentabilidad para los agricultores.

Con dotaciones de agua cada vez más reducidas, resulta clave aprovechar al máximo cada gota de agua. Eso significa producir más por unidad de agua utilizada.

 

Sube la temperatura, baja la productividad agrícola

Junto a la falta de lluvias, el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero ha supuesto un calentamiento del planeta que impacta de forma negativa en la actividad fisiológica de los cultivos. El daño está medido: según la FAO, por cada grado que aumenta la temperatura anual, la productividad se reduce entre un 4 y un 10%.

La subida de las temperaturas arrastra a los cultivos a padecer un estrés térmico. Por ejemplo, el melocotón entra en parada metabólica a partir de 40°C, momento en el que detiene el transporte de nutrientes y provoca que los frutos no logren al calibre deseado, con la consiguiente depreciación de la cosecha.

 

Deshidratación de los cultivos en los suelos salinos

Otro de los problemas más graves que reduce la fertilidad de los suelos se encuentra en el avance de la salinidad por una gestión deficiente, el uso excesivo de fertilizantes químicos o la deforestación. El 8,7% de los suelos del planeta están afectados por salinidad, pero lo que entraña más riesgos es que entre un 20 y un 50% de los suelos irrigados son demasiado salinos.

La salinidad es la principal causa de la deshidratación del sistema radicular. Y sin un buen sistema radicular, cultivos como los cítricos no son capaces de captar agua y nutrientes de forma apropiada.

Cuando la planta sufre un problema de deshidratación, detiene los intercambios gaseosos propios de la fotosíntesis, justo cuando se libera el vapor de agua. Para evitar seguir perdiendo agua, la planta disminuirá su actividad fotosintética, un mecanismo que puede llevar a la planta hasta la muerte.

 

Costes de producción disparados

Todas estas situaciones generan incertidumbre entre los agricultores que ven, además, como los costes de insumos y materias primas se disparan tanto por factores geopolíticos, como por tratarse de fuentes no renovables en riesgo de carestía, como por ejemplo el fósforo, el zinc, o el boro, entre otros.

A la vez, la sociedad demanda un modelo más sostenible, quiere más información sobre lo que se consume, saber cuál es el origen de los alimentos y cómo han sido producidos. Los actores regulatorios atienden estas peticiones con nuevas restricciones, por ejemplo, la aplicación del Green Deal en la Unión Europea supondrá una reducción del 50% en los fitosanitarios, del 20% en los fertilizantes y que el 25% de la superficie sea ecológica.

 

Superar los retos de la agricultura: cultivos extra eficientes

Como vemos, nos encontramos en un contexto complejo, donde el agricultor tiene que llegar al punto de equilibrio donde se cruzan la rentabilidad y la sostenibilidad: la eficiencia. Y para ello es necesario cuidar y aprovechar cada centímetro de suelo, cada gota de agua y cada gramo de nutriente.

Entonces, ¿cómo podemos lograr cultivos extra eficientes? En Symborg, creemos que la respuesta está en la naturaleza: los microorganismos. Pero no cualquier microorganismo. Sino cepas seleccionadas que, por sus características exclusivas, nos permiten aumentar la eficiencia de los agrosistemas.

Es lo que ocurre con el hongo micorrízico Glomus iranicum var. tenuihypharum, el cual establece con los cultivos una relación simbiótica. En esta simbiosis planta-hongo, se crea un vínculo de mutuo beneficio en el que el hongo proporciona a la planta agua y nutrientes a cambio de azúcares derivados de la fotosíntesis. En este proceso, se estimula el crecimiento del sistema radicular y se aumenta la actividad fotosintética de la planta. Además, la simbiosis micorrízica permite a los cultivos aumentar la captura de CO2 y hacer un uso más eficiente del agua (WUE) y los nutrientes (NUE).

A partir de este hongo, en Symborg hemos desarrollado una gama de soluciones bioestimulantes a disposición de los agricultores para ayudarles a hacer frente a los retos agrícolas de hoy día y conseguir cultivos más productivos, rentables y sostenibles.

 

¿Quieres saber más sobre estas soluciones bioestimulantes y empezar ya a hacer frente a estos desafíos? Descúbrelas aquí: