
Los tratamientos actuales de fertilización son relativamente recientes. Se remontan a la última mitad del siglo XX, pero las prácticas de fertilización tradicionales son mucho más antiguas. ¿Quién no conoce a estas alturas el efecto fertilizante del estiércol?
Pero aquí vamos a ir un paso más allá, porque conocer las diferencias entre fertilizantes orgánicos e inorgánicos es fundamental para entender la aplicación correcta de cada uno de ellos. El fertilizante adecuado ayudará a prevenir la deficiencia de nutrientes, podrá reducir el impacto ambiental y ahorrar dinero al agricultor, entre otros efectos positivos.

¿Qué es un producto fertilizante? Esta es la definición que encontramos en el Real Decreto 506/2013, de 28 de junio, sobre productos fertilizantes: “Es un producto utilizado en agricultura o jardinería que, por su contenido en nutrientes, facilita el crecimiento de las plantas, aumenta su rendimiento y mejora la calidad de las cosechas o que, por su acción específica, modifica, según convenga, la fertilidad del suelo o sus características físicas, químicas o biológicas”.
¿Y un abono inorgánico? Veamos que dice el mismo real decreto “Abono obtenido mediante extracción o mediante procedimientos industriales de carácter físico o químico, cuyos nutrientes declarados se presentan en forma mineral”. También son conocidos como fertilizantes minerales o fertilizantes químicos.
Y por último, el fertilizante orgánico es aquel “compuesto a partir de materiales carbonados de origen animal o vegetal”.
Como veis, en las definiciones se utiliza indistintamente la palabra fertilizante y abono. ¿Son lo mismo? Pues sí, a efectos de la normativa sí.
Diferencias entre fertilizantes inorgánicos y fertilizantes orgánicos
Empezaremos por el origen de los insumos. En el caso de los fertilizantes inorgánicos son preparados a base de roca y minerales y se forman a partir de procesos físicos y químicos. En el caso de los fertilizantes orgánicos, el origen de las materias primas es vegetal y animal.Otro aspecto que los diferencia es que los fertilizantes orgánicos deben ser transformados en el suelo por microorganismos en nutrientes minerales para poder ser asimilados por las plantas, por lo que a la vez mejoran también la calidad de los suelos y ayudan a prevenir su erosión.
Los fertilizantes inorgánicos son más solubles. La ventaja de ello es que los nutrientes están rápidamente disponibles para las plantas, pero esto también supone una desventaja: cuando hay exceso de agua, parte de estos nutrientes se puede desaprovechar como consecuencia de la erosión o la lixiviación, y contaminar el suelo y el agua a la vez. Por su parte, los fertilizantes orgánicos son menos solubles, por lo que los nutrientes quedan a disposición de la planta de manera gradual, algo que también se considera una ventaja por su efecto duradero.
Los fertilizantes inorgánicos pueden generar residuos y su uso excesivo puede causar daño en el suelo.
Además, generalmente los fertilizantes orgánicos precisan menos energía para su elaboración y pueden suponer un esfuerzo económico menor para el agricultor.
Fertilizantes biológicos, abono para tu futuro
Muchos de los fertilizantes orgánicos están formados a base de materias naturales que se encuentran en el propio suelo (bacterias, hongos, insectos, algas y otros organismos). ¿Cómo funcionan exactamente?Te lo vamos a contar a través de dos ejemplos: Qlimax y VitaSoil WP, dos de nuestros biofertilizantes.
Qlimax [pendiente de registro en México] es el nuevo revitalizador de suelos que actúa como prebiótico para multiplicar la concentración de flora microbiana en el suelo, estimular su desarrollo y potenciar su actividad beneficiosa en el manejo agronómico del suelo y los cultivos.
Qlimax es el medio de cultivo ideal para potenciar el establecimiento, el crecimiento y el desarrollo de poblaciones de microorganismos beneficiosos. Estabiliza y desarrolla grupos microbianos relacionados con la nutrición vegetal y la recuperación del sistema suelo – planta, mejorando la estructura de los suelos y la disponibilidad de nutrientes para los cultivos. Además, con un desarrollo del sistema radicular favorecido y una mejor nutrición, los cultivos se desarrollan más fuertes y presentan una mayor tolerancia frente al estrés, logrando como resultado un impacto positivo en el rendimiento y calidad de las cosechas.
VitaSoil WP es otro biofertilizante de Symborg formulado a partir de microorganismos rizosféricos. Además de contribuir a desbloquear nutrientes, fija nitrógeno y solubiliza fósforo y otros nutrientes. Consecuencia de ello es el incremento del rendimiento de las plantas, la revitalización de los suelos y sustratos agrícolas al aumentar las poblaciones microbianas rizosféricas.
En el contexto actual, en el que un nuevo modelo de agricultura se hace más que necesario, en Symborg hemos apostado por la fertilización orgánica porque se puede ser sostenible sin renunciar a la rentabilidad de los cultivos. Y tú, ¿te sumas al cambio?
Conoce nuestros biofertilizantes
Los productos biofertilizantes desarrollados por Symborg potencian la productividad de una extensa variedad de cultivos, consiguiendo cosechas mayores, con más y mejores frutos.
